La desobediencia civil crece en Birmania y los arrestos siguen

Las demostraciones en contestación al levantamiento militar del lunes se extendieron ayer a varias universidades de Rangún, la mayor ciudad del país.

El movimiento de desobediencia civil en Birmania (Myanmar), al que se unieron este viernes profesores y estudiantes universitarios para protestar contra el golpe de Estado, toma impulso mientras continúa el acoso a los políticos electos.

Las demostraciones en contestación al levantamiento militar del pasado lunes y en favor de la depuesta líder, Aung San Suu Kyi, se extendieron ayer a varias universidades de Rangún, la mayor ciudad del país.

Con canciones de protesta y pancartas donde se pedía “proteger la democracia”, unas 200 personas, entre profesores y estudiantes, marcharon en la Universidad de Dagon, en el norte de Rangún, para mostrar su rechazo a la junta militar, encabezada por el general Min Aung Hlaing.

Estas manifestaciones, convocadas por la Federación de Sindicatos de Estudiantes y que se replicaron en varias universidades, se suman al incipiente movimiento iniciado el miércoles por doctores y enfermeras de más de 90 hospitales públicos del país.

En las manifestaciones pacíficas se han generalizado los lazos rojos y el gesto de los tres dedos -anular, corazón e índice- popularizado por la saga literaria y cinematográfica Los juegos del hambre  y que ya se convirtió en el símbolo de las protestas de estudiantes de Tailandia.

En la Universidad de Rangún, donde se registraron concentraciones frente a las facultades de Educación y Enfermería, los manifestantes exigieron a los militares la libertad de todos los detenidos durante la toma de poder, entre ellos la depuesta líder del Gobierno birmano y nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi.


“Respetar nuestros votos”  era otra de las consignas en relación con  las acusaciones de fraude  que los militares dieron para justificar el golpe, después de que el partido liderado por Suu Kyi, arrasara en las elecciones de noviembre.

Funcionarios de varios departamentos ministeriales en la capital, Naipyidó, y trabajadores de la televisión pública MRTV también escenificaron con parones su rechazo al Ejecutivo castrense.

Estas protestas se suman a las caceroladas masivas que se celebran cada noche en Rangún, la antigua capital, que ya se han extendido a otras ciudades.

Este movimiento que surgió tímidamente tras el golpe, cuando aún los birmanos se encontraban en estado de estupor, pero que crece a diario has sido contestado por los militares con el bloqueo de redes sociales como Facebook y Twitter.

El arma más efectiva

En un carta, un oficial del Ejército crítico con el golpe de Estado ha animado a los ciudadanos a que continúen con este movimiento de desobediencia como el arma “más efectiva contra” los militares.

“Todos los oficiales al cargo aquí están buscando medios para silenciar el movimiento. Saben cómo lidiar con huelgas, pero no están seguros de cómo hacerlo con el movimiento de desobediencia civil”, reza la misiva escrita a mano por el oficial que ha preferido que no se publique su nombre por cuestiones de seguridad.

Nuevas detenciones

Como parte del acoso a los miembros del Gobierno electo depuesto en el golpe de Estado, la Policía detuvo la pasada madrugada al veterano político Win Htein, aliado cercano a Suu Kyi.

Win Htein, de 80 años y miembro del comité ejecutivo la Liga Nacional para la Democracia (LND), había regresado el jueves a Rangún desde Naipyidó, donde reside y donde ha sido trasladado de nuevo tras su detención.

El veterano político pasó más de 20 años encarcelado por su militancia democrática durante las anteriores juntas militares que gobernaron Birmania desde 1962 hasta 2011.

La Asociación para la Asistencia de Prisioneros Políticos (AAPP) de Birmania informó el jueves de que al menos 147 personas, entre ellas Suu Kyi y el depuesto presidente Win Mying, además de otros 131 políticos y 14 activistas, habían sido arrestadas desde que el Ejército tomara hace cinco días el control del país.

Por su parte, numerosos periodistas reconocen estar asustados y muchos se encuentran escondidos ante el temor de detenciones o una campaña de intimidación.

Mientras siguen sin llegar noticias del paradero de Suu Kyi desde el pasado martes, cuando un miembro de su partido reveló que se encontraba en arresto domiciliario en su residencia oficial de la capital, se multiplican las reacciones internacionales en relación con el golpe.

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